domingo, 4 de diciembre de 2011

Gélido diciembre.

Admiro el frío que tan astuto me cala los huesos, hiela mis manos, aturde mi mente, congela mis sentidos precalentados y entre tanto, a oscuras y de domingo a domingo te beso. Sin saber muy bien si eres el calor o el frío que quema, más no te preocupes, has pasado el control.
El control de las manos agrietadas y voces rasgadas. Bufandas al cuello y pies bajo cero, escalofríos. Árticas miradas, frases cubiertas de vaho, con aliento a Starbucks a las 8 de la tarde del día tal del mes cuál, por las calles navideñas de...
Día en que me paro, pienso, digo y afirmo sin dudar que ardo a ratos y cuando lo hago, rompo tus glaciales oscuros que miran fijamente a los míos, calcinados.



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